La primera residencia de Alessandro Taiana se llevó a cabo del  31 de marzo hasta el 14 abril del 2019.

Durante su residencia hubo varios imprevisto con la meteorología. Alessandro requiere de unas condiciones meteorológicas lo más estables posibles, para que el cambio de la luz sea el menor posible con el paso de los días. Lo meses anteriores, el tiempo había sido perfecto pictóricamente hablando. Eran las condiciones idóneas para pintar a plein air. Días soleados, sin muchas nubes y durante periodos largos, lo que por otro lado estaba afectando severamente a los pastos que empezaban a agostarse cambiando su aspecto visual de unos días a otros.

Los primeros días de su residencia fueron muy nublados, con condiciones que imposibilitaban la pintura. Esos días se aprovecharon para preparar los lugares elegidos para la pintura y reflexionar sobre las temáticas y sobre cómo abordar las piezas a realizar.

La pieza clave para el proyecto se decidió pintarla desde la Torreta de Avantos, punto más alto del objeto de estudio. Es un lugar idóneo para la pintura, posee unas vistas muy amplias de la zona, del Rocigalgo, el río Estena e incluso se alcanza a ver la sierra de Guadalupe. Pero posee ciertos problemas técnicos para la práctica pictórica: es una zona en la que en mucha ocasiones se levanta viento racheado y poco margen de movimiento.

Par poder pintar en la Torreta del Abantos fue necesario instalar unas maderas que sirvieran de soporte para el lienzo. El espacio que deja el pasillo que circunvala la construcción casi no deja espacio al pintar para que se desplazara libremente, por lo que se añadió un trozo de lana re roca en la esquina del tejado de la caseta para evitar colisiones con la caseta.

Resultó ser un buen emplazamiento para la producción de la pieza, la cual se guardaba dentro de la torreta cada día, al igual que el material del artista.

Durante los 15 días de su residencia el clima cambió drásticamente a como venía siendo a lo largo las semanas anteriores. Pasó de una climatología calmada y estable a tener días acompañados de lluvias, viento, y gran cantidad de nubes cumuliformes que se desplazaban a gran velocidad gracias al viento. Lo que provocaba unos cambios de luz que imposibilitaban la pintura de gran formato. Para no perder el tiempo y poder producir obra, el artista decidió cambiar a formatos más pequeños y a realizar estudios de nubes y apuntes botánicos entre otros. Por lo que su idea inicial de pintar unos 3 cuadros de gran formato, se convirtieron en muchas más piezas de tamaños más variados y pequeños.

Durante su estancia cayeron muchas precipitaciones, lo que también provocaba cambios sustanciales de un día para otro en los cromatismos de cerros y pastos. Desde su primera visita hasta su residencia, en los que tan solo habían pasado apenas 10 días, los frenos comenzaron a llenarse de brotes y a encontrar el brezo en pleno esplendor, y posteriormente se produjo paso a la floración amarilla de la iniesta que tiñe montes enteros de este color.

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