Libro Territorio, saberes tradicionales y Arte Contemporáneo
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Paisaje Expandido – Revista Estudios Monteños
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Tesis El paisaje expandido
TÍTULO: LOS MONTES DE TOLEDO COMO OBJETO DE ESTUDIO DEL ARTE DE PAISAJE EN ESPAÑA (2000-2023)
AUTORA: Mónica Martínez-Bordiú
DIRECTORAS: Mª Jesús Romero Palomino y Paloma Peláez Bravo
UNIVERSIDAD: Universidad Complutense de Madrid
FACULTAD: Bellas Artes
Resumen de la investigación
Motivación personal
Al comienzo de la investigación, tras consultar lecturas básicas sobre el paisaje, el factor que más llamativo fue que el concepto, integrado en nuestro lenguaje común y que, en principio, asumimos como un concepto sencillo, no resulta tan simple cuando comienzas a indagar sobre él. El paisaje ha sufrido una evolución significativa, volviéndose un término complejo en su definición y con muchas más acepciones de las recogidas por la Real Academia. Su origen se sitúa en el campo de las Bellas Artes, asociado a la pintura que represen- taba la naturaleza; pero con el tiempo se ha transformado en algo más intrincado, como ha puesto de manifiesto Alain Roger y quedó patente en la exposición «La construcción del pai- saje contemporáneo», del CDAN.
Una de los primeros aspectos que salieron a la luz al comenzar la investigación en torno al arte de paisaje fue que, al entrevistar a expertos, galeristas e instituciones relacionadas con este arte, en general, al pedirles que citasen artistas de «paisaje», todas las respuestas estaban asociadas exclusivamente a la pintura, con la excepción de ciertos nichos específicos, y, en cambio, al hablar de artistas de Arte y Naturaleza, las respuestas se diversificaban. Pude percibir que, tanto los artistas como el público, en general, siguen asociándolo a territorios naturales, a ese ‹pays› del que proviene. Esta asociación con lugares poco antropizados y con una naturaleza dominante, esta instalada en nuestro imaginario colectivo. También pudimos comprobar que el término «paisajista», que tiene su origen en la pintura de vistas, hoy en día, fuera de circuitos artísticos muy concretos, se suele vincular al diseño de jardines, más que a la representación artística del entorno. Por otro lado, dentro del marco artístico, tanto en el lenguaje empleado por los artistas como en los textos y tesis analizadas, se observó la utilización de los términos Arte y Naturaleza en contextos vinculados al paisaje, a las intervenciones en el territorio y a piezas que tienen la naturaleza como inspiración o campo de acción, lo que lo con vierte en una denominación confusa, con fronteras líquidas, que no siempre significa lo mismo para todo el público.
Tras haber analizado las cuestiones anteriores, decidí investigar en torno al paisaje, intentando entender a qué se hace referencia con este confuso término en la segunda década del siglo xxi, analizar aquello que Joan Nogué asoció con el cambio de paradigma y, de paso, llevar a la práctica un proyecto que pudiera ayudarme a esclarecer dichas cuestiones.
¿Cuáles son los límites del arte de paisaje en el siglo xxi? ¿Cuáles son los factores que han propiciado que el término sea cada vez más complejo, más polisémico? A pesar de lo difuso de los límites del término ¿existen elementos comunes que podamos concretar y que nos sirvan de ayuda para analizar el paisaje en la actualidad?
Al comprender la complejidad de la tarea consistente en intentar acotar el término paisaje, decidí abordarlo utilizando como medio natural un espacio que conozco desde niña y con el que estoy muy familiarizada, los Montes de Toledo. Ya, desde los primeros pasos de la investigación, pude comprobar que han estado desatendidos, ignorados, por parte del mundo del arte a lo largo del tiempo; que sólo existen escasas pinturas representando la zona, hasta que, de forma inesperada y en un salto cualitativo sin precedentes, se comienza a crear arte con tintes contemporáneos en el Arreciado, abriéndose una nueva ventana hacia el pai- saje de los Montes.
Al unir la falta de interés, por parte del arte de montaña, en los Montes de Toledo con el privilegio que supone tener una propiedad en esta zona de gran valor paisajístico, que aloja un Parque Nacional y que es poco transitada por el público, en general, decidí potenciar el arte de paisaje de un territorio rico, pero algo olvidado y muy desconocido, mediante un proyecto en el que artistas españoles pudieran dar respuesta a la situación del paisaje en la actualidad en el ámbito nacional.
La presente tesis pretende arrojar algo de luz sobre estas cuestiones y sobre el estado actual de este arte en España, y lo quiere hacer mediante una experiencia práctica en el territorio de los Montes de Toledo. A esta experiencia la que hemos llamado La Naturaleza del Paisaje, para así situarlo en el imaginario, tanto de los artistas de paisaje como de la sociedad, en general. Ubicarlo dentro del arte de paisaje de España, un arte que pasó de representar las gran- des cumbres del país, al más puro estilo norte europeo, a interesarse por la meseta castellana.
Esta tesis doctoral es el resultado de encauzar dos grandes pasiones, el Arte y la Naturaleza, o, como yo lo entiendo, el paisaje.
Un paisaje es, simplemente, un territorio mirado por un hombre. Es decir, con la mirada de quien, además de ver, interpreta. El paisaje es un territorio interpretado culturalmente.
Eduardo Martínez de Pisón
Los Montes de Toledo se han convertido en la fuente de inspiración más importante de mi trabajo artístico e investigador. Este paisaje es el origen de muchos de mis mejores recuerdos y vivencias. En ese entorno natural he pasado las tardes de verano, con mis primos, haciendo cabañas en los árboles y pescando renacuajos en los arroyos. Era un lugar de encuentro donde vivía mis propias aventuras, tan simples como cruzar un río sin mojarme los zapatos o volver a casa de noche, sólo con la luz de la luna, lo que nos aterraba. Con el tiempo, se convirtió en un sitio donde desconectar de la ciudad.
El paisaje de los Montes de Toledo, además de ser un lugar en donde he forjado recuerdos y vivencias, se ha convertido en el lugar donde he creado una familia. Es el lugar, en medio de un cultivo de pasto del Sudán, donde me casé, en una tarde calurosa de junio, y donde ahora disfrutan mis hijos. Un lugar en el que recorrer el monte cada vez que tengo la oportunidad de ir, donde encuentro desmogues en primavera y donde los niños disfrutan abriendo los capullos de las amapolas en busca de distintos colores; cuando los abres, aparecen distintas gamas cromáticas, desde el blanco al rojo intenso.
Uno de los primeros recuerdos que tengo del campo me dibuja pintando con agua en cantos rodados del río Estena, una de las arterias hidrográficas de los Montes. Me parecía magia cuando, al pintarlas con un palo mojado, poco a poco, los trazos desaparecían. Pronto aprendí que cuanto más caliente estaba la piedra más rápido desaparecía el dibujo. Ese vínculo con la naturaleza sigue estando patente en mi obra.
Cuando estudié Bellas Artes, este lugar estuvo presente de muchas maneras; por ejemplo, en los materiales que usaba: raíces de fresno que aparecían en las orillas del río, arrastradas por las riadas; palos secos y retorcidos de las madroñas que encontraba a lo largo de los paseos o las tierras arcillosas, que me llamaban la atención por sus variadas tonalidades. Fue aquí, en la Facultad, donde descubrí el movimiento land art, que removió el mundo del arte en su tiempo y tanto me marcó. Hoy sigue generando, generándome, expectación.
Tras años como docente en la Universidad de Tecnología y Arte Digital, decidí seguir formándome y cursé el Máster en Investigación, Arte y Creación. Gracias a éste y a la asignatura Arte, Ciencia y Naturaleza, impartida por quien ahora es una de las directoras de esta investigación, aprendí que mi trabajo se podía entender como paisaje observándolo desde un concepto contemporáneo. Resultaba que yo era paisajista, algo en lo que nunca había reparado.
Una de las constantes que aparecen recurrentemente en mi obra, sobre todo desde el periodo universitario, son las cuatro estaciones. Entendiendo el paso del tiempo como una noción indisoluble del paisaje, un paso que como artista interpreto a través de sus cambios cromáticos. Mi TFM se basó en esa idea, la de las variaciones de color en el paisaje a lo largo de un ciclo anual, de nuevo, en los Montes de Toledo. Estudié las plantas y floraciones de la zona para poder encontrar el color más característico en, y de, cada una de las estaciones. Esta investigación me sirvió como punto de partida para lo que ahora es una tesis doctoral.
- Un paisaje es, simplemente, un territorio mirado por una persona. Para un artista es, además, un lugar para crear.
Los que conocen el territorio de los Montes de Toledo suelen coincidir en la definición: «todo en este paisaje es muy parecido». Sin embargo, en esa secuencia orográfica encuentro un paisaje que, aunque a primera vista pueda parecer monótono, si te detienes e investigas, se convierte en un espacio natural lleno de tesoros. De este territorio me han llamado la atención infinidad de factores, su fauna, sus ríos, sus piedras… pero creo, sin duda, que de todos los componentes del paisaje el que más me ha interesado ha sido la botánica. El color de sus flores, los frutos, los tiempos de las floraciones, cómo los ciervos y jabalís se rascan en los árboles, dejando las huellas de los barros de colores, o los bosques de líquenes y los musgos. El sabor del polen de las flores, los beneficios medicinales de las plantas y los olores del gran abanico de plantas aromáticas que se pueden encontrar.
Cuanto más tiempo pasa, más estratos del territorio he ido conociendo. De las mejores cosas que me ha ofrecido esta investigación ha sido conocer ese lugar desde distintos planos y ámbitos del saber: el geográfico, el histórico, el económico o el mismo ámbito rural y, sin duda, los conocimientos que gente de la zona me han transmitido. Poder conocer al catedrático emérito de Geografía de la UAM, geógrafo, escritor y alpinista, Eduardo Martínez de Pisón, y poder conversar con él sobre el paisaje de los Montes fue algo determinante para mi carrera como investigadora y como persona. Nunca olvidaré lo que supuso para mí tener la oportunidad de discutir con Antonio Zárate, experto en paisajes culturales, sobre la influencia de la ciudad de Toledo en la estética de la zona, o sobre el modo en que se ha ido crean- do el término monteño con el escritor Carlos Morenés; tampoco lo que supuso disfrutar de la berrea en compañía de Eugenio Ampudia y Juan Guardiola. Esas conversaciones y sus consejos han sido algunas de las mejores aportaciones que han surgido de esta investigación.
- Un paisaje es, simplemente, un territorio mirado por una persona. Para un artista es además un lugar para aprender.
Con el paso del tiempo he conocido mejor el territorio: entiendo mejor sus ritmos, sus ciclos. He visto que todas las partes forman un todo, como una orquesta tocando una melodía, para crear este metapaisaje. Destacó Carlos de Haes que es importante conocer la naturaleza que estamos pintando o con la que estamos trabajando; cuanto mejor la conocemos mejor la retratamos.
Al plantearme la realización de la tesis, además de buscar un tema que fuera, a la vez, una pasión, debía encontrar un tema que casara con mi vida personal y que cuadrara lo mejor posible con mi ritmo de vida. Gracias a los desplazamientos que realizaba casi todos los fines de semana los Montes de Toledo me resultaba relativamente fácil poder tomar registros y hacer trabajo de campo, a la vez que iba al lugar acompañada de mi familia. Esos desplazamientos ayudaban a conciliar mi vida como madre e investigadora.
- Un paisaje es, simplemente, un territorio mirado por una persona. Para un artista es además un lugar para investigar.
El paisaje de los Montes de Toledo es el que me ha enseñado a leer los distintos territorios. A través de la observación he aprendido mucho; he aprehendido que la vegetación que crece en la solana tiene especies distintas a las de la umbría; que los fresnos y alisos sólo crecen con un alto nivel freático; que la apariencia de las flores es un factor determinante para saber si es una especie melera o no; que las bolas de los quejigos no son frutos, sino espacios para alojar a una pequeña larva; que nunca verás a los abejarucos sobrevolar el monte antes del 9 de abril; que en los días de invierno en los que sale el sol, la niebla no tarda en llegar; o que las noches de luna llena hay menos movimiento de animales en los rasos. A través de la observación del paisaje se aprende a descifrarlo, pero se necesita tiempo y dedicación. Son es- tas premisas las que me han enseñado a leer el resto de paisajes, todos a partir del que considero mi paisaje: el paisaje monteño.
Desde el trabajo de investigación que realicé para mi TFM, los Montes de Toledo han sido una constante en mi labor, convirtiéndose en objeto de estudio. En el ámbito de la Historia del Arte, como no podía ser menos, me llevó a buscar representaciones plásticas de lugar. Pronto me di cuenta que era una zona poco transitada y, como tal, muy poco retratada por los artistas a lo largo del tiempo. Entre las representaciones del paisaje de montaña, los Montes no solían aparecer. Desde mi infancia, he visto colgado de la pared de la casa de mis abuelos un cuadro de Benjamín Palencia que retrataba mis queridos Montes. Ese cuadro llegó a ser, en parte, el detonante para la creación del proyecto artístico vinculado a esta tesis doctoral. Así era como veía el artista de la escuela de Vallecas el paisaje de la zona: montes romos, de tonos verdes pardos. Pero ¿cómo lo verían otros artistas? ¿qué llamaría la atención de los pintores que admiro? ¿la luz? ¿su historia? La idea de tener representaciones artísticas del mismo lugar volvió a tomar fuerza cuando me di cuenta de que la zona de los Montes había sido sistemáticamente desatendida por la creación artística de montaña. Así, esa idea primigenia fue convirtiéndose en el eje del proyecto que recoge esta investigación: crear un nuevo imaginario del territorio monteño con artistas relevantes del arte de paisaje de nuestro país. Una contemplación estética para determinar una identidad.
- Un paisaje es, simplemente, un territorio mirado por una persona. Para un artista es además un lugar para la emoción.
Mónica Martínez-Bordiú
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Encontr·Arte con la caza: Carmen Basarán
En mayo hemos tenido el placer de contar con la visita de Carmen Basarán, presidenta del Real Club de Monteros, para hablar de la relación entre la caza y el paisaje. Esta actividad ancestral posee una relación directa en los Montes de Toledo.
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Apoyo al cierre inminente del CDAN
Estimado Juan Guardiola,
Tras conocer por diversos medios de comunicación la crítica situación que atraviesa el Centro de Arte y Naturaleza de Huesca en la actualidad, queremos manifestar desde la Red de Espacios de Arte en el Campo El Cubo Verde nuestro más rotundo apoyo y absoluta indignación ante la grave dimensión de los últimos hechos acaecidos.
En primer lugar, queremos agradecer y poner en valor la labor que habéis desarrollado desde el equipo del CDAN en estos últimos años. Gracias a esta labor, el CDAN se ha consolidado como uno de los Centros de Arte Contemporáneos más importantes, no sólo de la ciudad de Huesca, sino dentro del panorama nacional. Del mismo modo, es uno de los espacios referentes que nos representa a nivel internacional en el terreno de las propuestas artísticas que vinculan el Arte Contemporáneo con el paisaje desde un prisma comprometido con la actualidad política, social y cultural fundamentales en un contexto de crisis ecológica y emergencia climática. Destacamos, entre muchas otras labores la realizada por el INDOC, amplia fuente de sabiduría y recursos para todas aquellas personas que tomamos la decisión de conocer lo rural e investigar a fondo sobre todo lo que acontece en los territorios.
En segundo lugar, queremos denunciar y exigir que desde el Patronato del CDAN, compuesto por el Gobierno de Aragón, la Diputación Provincial de Huesca, el Ayuntamiento de Huesca y la Fundación Beulas, vuelvan a poner en valor y, por tanto, a recuperar partidas económicas inexistentes para que el CDAN pueda volver a generar una programación cultural, que nos devuelva a la sociedad un proyecto de Arte Contemporáneo comprometido con una cultura de calidad que se vincula y compromete con el territorio que ocupa.
Mostramos nuestro total desacuerdo e indignación ante el estado de abandono en el que se encuentran las instalaciones del CDAN sufriendo un proceso de degradación que pone en peligro tanto al propio edificio como a trabajadores/as y visitantes. Consideramos una irresponsabilidad no mantener los sistemas de climatización y anti-incendio de un edificio público. Denunciamos también, como el abandono del mantenimiento de estas instalaciones repercute directamente en el estado de conservación de las obras, cuyas consecuencias pueden ser irreversibles en la mayoría de los casos, afectando a nuestro patrimonio cultural.
Por supuesto, también mostramos nuestra más rotunda disconformidad, ante como la situación de deterioro de las instalaciones, está afectando de manera directa a la salud de los y las trabajadores/as.
Entendemos como un hecho completamente inadmisible la precariedad laboral en la que se encuentra el equipo humano de trabajadores/as del CDAN. Es absolutamente inconcebible que no estén recibiendo su salario debido a la mala praxis y mala gestión de los presupuestos públicos. Tampoco es justificable bajo un prisma de buenas prácticas, la falta de contratación de personal después de una baja. Consideramos que todas estas decisiones atentan contra los derechos básicos de la clase trabajadora.
Desde una mirada caleidoscópica y compleja conformada por un amplio y variado espectro de proyectos culturales en el contexto rural, la red de El Cubo Verde se posiciona como una red de apoyo para evitar que los proyectos culturales vinculados al territorio, se vean boicoteados por las malas prácticas en la gestión cultural. Por este motivo, pretendemos dar todo nuestro aliento y poner todos nuestros medios y esfuerzos disponibles para que el CDAN vuelva nuevamente a ser un espacio de confluencia entre el arte y la naturaleza, un espacio gracias al cual la totalidad de la ciudadanía podamos seguir cultivándonos a través del pensamiento crítico. Defenderemos esta fuente que apreciamos, de la que queremos seguir bebiendo y trataremos de evitar a toda costa que sea drenada, dejándonos faltos de una referencia cultural irreemplazable.
Nos despedimos, reiterando nuestro apoyo al director y resto del equipo que dan vida al CDAN, y poniéndonos a vuestra disposición para todas las acciones necesarias que puedan devolvernos un Centro de Arte Contemporáneo fundamental para la salud de nuestra cultura contemporánea en la actualidad.
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